Y los héroes de los ascensos se hicieron presentes, junto a él.
Con la 11 en el lomo y la cinta de capitán en el brazo apareció, la pelada interminable brillaba, su pegada majestuosa deleitaba nuevamente, ¡mira la panza! -decía uno- no me di cuenta, mi vista estaba en sus pies. Cuando la pelota lo veía se arrastraba hacia sus botines y lo seguía, ahora mas lento, y cuando el la acariciaba dándole algún destinatario seguro, la pelota se iba, pero no era un adiós, si no un hasta luego.
U-RU-GUA-YO, en ese penal nada cambio, creo que fue ese mismo arco, el no se molesto en patear, solamente habló. Le dijo a la pelota "allá" y hacia allá fue, junta al poste, para sentirse mas protegida.
No son pensadas estas líneas, son solo un reflejo de lo que creí ver ayer, en la cancha de Lanús, del Lanús Campeón, del Lanús de mi viejo, mi vieja y mis abuelos, el mió.
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